Década de
la educación para la sostenibilidad. Temas de acción clave
El concepto de sostenibilidad surge por vía negativa, como resultado de los análisis de la situación del mundo, que puede describirse como una «emergencia planetaria» (Bybee, 1991), como una situación insostenible que amenaza gravemente el futuro de la humanidad. “Un futuro amenazado” es, precisamente, el título del primer capítulo de Nuestro futuro común, el informe de la Comisión Mundial del Medio Ambiente y del Desarrollo, conocido como Informe Brundtland (cmmad, 1988), a la que debemos uno de los primeros intentos de introducir el concepto de sostenibilidad o sustentabilidad: «El desarrollo sostenible es el desarrollo que satisface las necesidades de la generación presente sin comprometer la capacidad de las generaciones futuras para satisfacer sus propias necesidades»
Una década
aparecía así como un tiempo mínimo para poner en marcha los cambios generalizados de actitudes
y comportamientos necesarios para hacer posible un futuro sostenible. Y aparecía, a su vez, como
un tiempo compatible con la urgencia que reclama la gravedad de la situación. Porque, como han
advertido los estudios más autorizados, como el IV informe del Panel Intergubernamental del
Cambio Climático (IPCC, 2007), en el que destaca el espacio concedido a las medidas mitigadoras,
todavía estamos a tiempo… pero es urgente actuar.
La preocupación por los bajos índices de natalidad
Pero a ello se une, afortunadamente, el convencimiento (avalado por las aportaciones de numerosos expertos e instituciones) de que todavía es posible hacer frente a esta situación, si se adoptan con urgencia las medidas adecuadas, lo que a su vez exige la creación de un clima social capaz de comprender, aceptar e impulsar dichas medidas (tecnocientíficas, educativas y políticas).
La transición demográfica
Tecnociencia para la sostenibilidad
Cuando se plantea la contribución de la tecnociencia a la sostenibilidad, la primera consideración que es preciso hacer es cuestionar cualquier expectativa de encontrar soluciones puramente tecnológicas a los problemas a los que se enfrenta hoy la humanidad. Pero, del mismo modo, hay que cuestionar los movimientos anti-ciencia que descargan sobre la tecnociencia la responsabilidad absoluta de la situación actual de deterioro creciente. Muchos de los peligros que se suelen asociar al “desarrollo científico y tecnológico” han puesto en el centro del debate la cuestión de la “sociedad del riesgo”, según la cual, como consecuencia de dichos desarrollos tecnocientíficos actuales, crece cada día la posibilidad de que se produzcan daños que afecten a una buena parte de la humanidad y que nos enfrentan a decisiones cada vez más arriesgadas (López Cerezo y Luján, 2000).
Llamamientos a la comunidad científica
Principios que han de regir las medidas tecnocientíficas Según (Daly, 1991) es preciso que las intervenciones tecnocientíficas diseñadas para atender a necesidades sociales cumplan lo que denomina “principios obvios para el Desarrollo Sostenible”:
- Las tasas de recolección las intervenciones tecnocientíficas diseñadas para atender a necesidades sociales no deben superar a las de su regeneración (o, para el caso de recursos no renovables, de creación de sustitutos renovables).
- Las tasas de emisión de residuos deben ser inferiores a las capacidades de asimilación de los ecosistemas a los que se emiten esos residuos.
Reducción de desastres.
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